RON - UN CAPRICHO DEL DESTINO

22.07.2013 12:25
 
Esta historia es una de las mas especiales para mi, y poco a poco entenderéis porque. Todo comenzó el año pasado, en el mes de octubre. Una de mis compañeras recibe una llamada, querían pedirle un favor. Ir a recoger a un perro a una casa porque le habían dicho que ella se dedicaba a “encontrar casa a perros”. ¿Qué estaba pasando?, lo de siempre. Una pareja había decidido que no quería a su perro que se había cansado de él. Una vez mas y como siempre ese mismo día, sin saber muy bien de qué iba el tema pues no teníamos más datos se dirige a esta casa a buscar el perro y ver qué pasaba con él, cuando entro por la puerta y no daba crédito, un precioso labrador pequeño de apenas ochos meses y ya se habían cansado de él.

Bueno pero casi mejor que esa parte de la historia os la cuente ella, que la vivió en primera persona.

Llegué a la casa en una urbanización de lujo y era un chalet impresionante, no le faltaba un detalle. Estas personas eran muy educadas y me pidieron que pasara donde estaba el perro. Nos dirigimos al garaje, el terreno era empinado y yo iba mirando al suelo. Cuando oí ladrar y levanté la vista mi corazón se encogió de repente y las lágrimas afloraron en mis ojos. Allí, atado con una cadena de no más de metro y medio estaba un pequeño labrador precioso, copia exacta de mi pequeño Ron, mi labrador amarillo que se había marchado de mi lado a las estrellas hacía apenas 5 meses. Intentando mantener la compostura fui hacia él despacio, deseando llegar cuanto antes al pequeño que ladraba desesperado tirando de la correa continuamente y daba tirones. Cuando llegué a él, me acerqué y le abrí los brazos. Este pequeño se tiró a mí sin pensarlo y empezó a lamerme toda la cara y a entregarse a mí de inmediato. Me arrodille y le abrace y desde ese momento le entregué parte de mi corazón. Estuvimos un ratito dándonos mimos y mientras, le revisaba y miraba su estado. No tenía ninguna musculatura, era tosco, y no dejaba de gemir bajito de alegría porque alguien le hacía caso. Secándome las lágrimas sin que nadie me viera me levanté dispuesta a terminar con todo el papeleo y sacarlo de allí cuanto antes. Lo hicimos y me explicaron que solo comía arroz desde pequeño, que no quería pienso, ni comía otra cosa. Llevaba toda su vida comiendo solo arroz cocido, ufffffff. También me enteré que el motivo de su abandono es que lo habían comprado para reyes para tenerlo en la casa, y que les gustaba esa raza porque lo habían visto en los anuncios de Scottex y era un cachorrito muy tierno, pero que había crecido y era un problema, travieso, juguetón y todo el día lo tenían atado para que no rompiera nada. Yo pensaba, ¿¿¿qué creen, que un perro es un jarrón que no se mueve si no lo haces tú???. Para colmo de males del pequeño, su “ama” no se le puede llamar de otro modo, se había quedado por fin embarazada, y decía que como el perro no dejaba de subirse encima de ella cada vez que se acercaba para darle su comida y de un tirón de la cadena le saltaba con sus patas delanteras, pues le daba miedo la tirara al suelo, y claro cuando llegara el bebé con un perro tan grande no podía ser. Había que sacarlo. Me mordí la lengua, me puse roja, y pensé: “mi pequeño, lo mejor para ti es que te saque de aquí” , agarre su cadena soltándolo, abrí la puerta del coche y no hizo falta más. El pequeño saltó dentro sin mirar atrás, como deseoso de salir de allí y marcharse con alguien que le había abrazado y le había hecho un poco de caso. Ni siquiera miró una sola vez hacia la que había sido su casa durante tantos meses y sus “amos”. Le miré a los ojos, y juro que me pareció ver una sonrisa. Le guiñé un ojo y le dije: “Listo peke, aquí empieza tu verdadera vida, nunca más vas a tener que aguantar esto. Ahora sí que vas a saber lo que es el amor. No te preocupes, confía en mí”. Me miró con la carita doblada y su mirada decía: “confío en ti”.

Aquí estoy de vuelta, como siempre nuestra compañera Paloma nos informó de todo lo que había pasado, y que ahora vosotros también conocéis, nunca se me olvidar su primera llamada contándome lo sucedido cuando salía de paseo con Yaco, mi niño hasta ahora, mi labrador negro, al parque para jugar un rato, nos mando fotos del pequeño y empezamos a pensar cómo podíamos ayudarle y encontrar una familia para él. Pero nos dimos cuenta que la situación era delicada teníamos a un precioso labrador, joven que no podíamos castrar aun, con pedigrí , y deberíamos dar en adopción, enseguida pensamos en criadores, oportunistas, … ¿Podríamos distinguir entre una buena familia y los que no lo eran?. Así que decidimos ser discretas para su adopción encontrar alguien de confianza.

Hablamos directamente con amigos y gente responsable que sabíamos de primera mano serían buenos para él y qué buscaban un peludo para su familia, pero no pudo ser. Seguíamos buscando …… y….. El domingo mientras miraba cosas de la asociación, mi chico se giro y me dijo lo: ¿Lo quieres, verdad? ¡Pues claro que lo quiero!, aaaayyyyyy, se me encogió el corazón y empezó a latir fuerte en mi pecho, la cabeza me daba vueltas. Aun no entendía que había pasado por su cabeza, había intentado mil veces adoptar un compañero para Yaco y no había manera y de pronto ¿Qué si lo quiero?, dos minutos después estaba llamado a Paloma ¡¡No busquéis mas Rocky ya tiene familia!! ¡¡Ese pequeño se viene a mi casa!!. Ahora les tocaba a ellas valorarme como adoptante…

Decidimos que Rocky no sería Rocky, seria Ron, un nombre nuevo para su nueva vida, total el pequeño no conocía ni su nombre nunca le habían llamado, … Así que honor de un perro muy especial, y en agradecimiento a buena amiga, una persona especial de donde las haya y sobre todas las cosas la primera persona que le dio un abrazo, mi pequeño se llamaría Ron.


Preparamos todo y el día 27 octubre Ron llegaba a nuestras vidas, sería el primer pequeño en estrenar el plan amigo de Ladridos Felices, por fin teníamos plan amigo cosa que nos costó un triunfo conseguir. Solo tenía que esperar de 8 a 10 y podría abrazarle, el problema es que llegaron las diez de la mañana y Ron no había llegado, algo había pasado con el transporte, yo estaba a punto de infarto, mis compañeras no daban crédito, así que todas como locas intentamos averiguar qué pasaba, ¿Donde estaba mi peque?, finalmente consigo hablar con una chica de la empresa de transportes y me dice que no me preocupe se habrá perdido pero ya aparecerá, que tampoco es para tanto… el resto de la conversación…… mejor no la escribo, que ya os podéis hacer una idea. Después de montar la monumental averiguamos donde estaba, se lo había dejado olvidado en Barajas, … mi intención pues salir corriendo a por él, pero me quitaron la idea quien estaría si por lo que sea nos cruzábamos en el camino, así que en un intento de arreglarlo mandaron un transportista a por él. Lo teníamos todo preparado para su llegada pero parecía que eso momento no llegaba nunca, a la una de la tarde me llamaron al timbre, ¡HABÍA LLEGADO!, ¡RON ESTABA EN CASA!. No atinaba a coger las cosas para bajar a buscarle, según salía del portal había una furgoneta de reparto, y dentro mi pequeño en su jaula, abrí las puertas como pude y según fui acariciarle, se me tiro encima y me abrazo, no se cómo se apaño pero tenía tanto las patas de adelante como detrás encima, unas por el cuello y otros por la cintura. “Y yo preocupandome por coger collar y correa si me lo podía llevar puesto como un mono“.

Por fin mi pequeño estaba en casa ahora juntos empezaríamos el camino hacia su nueva vida, vida que no está siendo fácil porque Ron tiene muchas secuelas de su pasado, estaba muy por debajo de su peso y sin nada de masa muscular, había estado siempre atado con una cadenas, y mal alimentado.

Desde ese día hasta hoy el camino ha sido duro, pero seguimos paso a paso y lo más importante juntos, no sabía que era el pienso, ni las latas de comida, cualquier cosa le producía que se le soltara la tripa, se había alimentado a base de arroz cocido, por lo que hasta el pienso era una comida pesada para él, poco a poco hemos ido superando esto, ahora ya hasta come pienso sin estar una semana con gastroenteritis, pero aun así le costaba mucho comer, cada dos por tres parecía estar resfriado, algo no iba bien en mi pequeño, con el tiempo hemos descubierto que la cadena de su cuello le ha producido un daño crónico que provoca que no quiera comer del dolor, al parecer el daño es irreversible y el tratamiento será para toda su vida. Así que todos los días es una aventura conseguir que vaya comiendo, pero ayuda del tratamiento esta tarea es algo más fácil, aunque en ocasiones desesperantes. Y en cada uno de esos días no puedo evitar maldecir a la familia que se compro un precioso cachorro de labrador como adorno para su jardín, a esa familia que tanto daño había hecho a mi bichín y que me lo hace a mi sin saberlo, cuantas lagrimas derramadas, y cuantas por derramar.

A pesar del todo él es feliz, todo el día queriendo jugar y dispuesto siempre a pegarte un lametazo, no nos hemos separado desde entonces, solo siento que no nos hayamos encontrado antes con el tiempo suficiente para que nadie le hubiera lastimado, pero lo que si es seguro es que mientras pueda impedirlo nadie, ni nada volverá hacer daño a mi pequeño. Ahora a mi bichin le toca ser feliz.

Si hubiera más personas como tú. el mundo
seria mejor ¡Gracias!
Y yo, Paloma, que también intervengo al principio de esta historia, no quiero dejarla terminar, interviniendo de nuevo para dar las gracias de corazón a este ángel que tengo como compañera y que abrió su vida y su corazón a Ron. Por suerte tomamos la mejor decisión para él y ella le acogió sin condiciones. Si Ron hubiera ido a cualquier otra familia, a cualquier otro lugar, cuantas vueltas habría dado ya, habría vuelto a ser abandonado, no sabemos dónde estaría ahora, seguramente le habrían dormido o dejado en una maldita perrera. Con pedigrí o sin él, Ron no hubiera tenido ninguna oportunidad. Por eso doy gracias todos los días, cuando Ángeles me cuenta que Ron no ha comido, o que ha tenido que llevarlo de nuevo al veterinario, o cuando han venido a casa y le he visto queriendo ser feliz pero dudando como hacerlo porque nadie le enseñó en su día. Solo puedo dar las gracias porque Ron tiene a Ángeles, a Yaco, una familia que le ama, le adora y lo da todo por él, donde jamás será un jarrón, ni un peluche, o el perro de la tele que enseñar a los amigos.

Gracias Ángeles, eres el ángel que Ron necesitaba, sólo hay que verle como te mira y como le miras tú. Esas miradas se me clavan en el alma y pienso cuando os veo, algo bueno estamos haciendo por ellos. Por esto merece la pena luchar. Lucha Ron, lucha amiga, lo conseguiremos. Tu pequeño lo conseguirá.
 

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