Ángeles Presidenta de Ladridos Felices en 2013 y sus pequeños Yaco y Ron

22.07.2013 13:13

Me vais a permitir que os cuente un poco de mi vida.

Siempre la había compartido con animales, desde pequeña he disfrutado de la compañía y el cariño del algún pequeño compañero, hasta el punto que cuando nací a mi padre le regalaron una cachorrita labradora, la que pronto se convirtió en mi mejor amiga "Mora", ella me ayudo con mis primeros pasos, con ella di mi primeros paseos por el campo sola, y menos mal que estaba que por mi sentido de la orientación todavía hoy estaría buscando el camino de vuelta a casa, me enseño lo que es el amor incondicional, el sacrificio por otro, todo menos el miedo, ya que tenía mi defensora particular, nadie se atrevía hacer daño a una mocosa de pocos años con su fiel compañera.

La niña fue creciendo, sin su "Mora" que murió cuando contábamos con nueve años de edad. Pero compartiendo su vida con otros compañeros especiales, que siempre tendrán su rinconcito en mi corazón ya que cada uno de ellos me ha dado un trozo del suyo.

En cuanto pude y tuve mi casa tenía claro que quería en vida un perro, un compañero. Con mucho esfuerzo conseguí que mi pareja me apoyara y se animara, fuimos a por Yaco, el entro en mi vida con dos mesecillos, ainsss dos meses "¿Sabéis lo que es eso?. Todo el día detrás con la fregona con los pipís (me sentía como uno de los inmortales espada en mano), cuando conseguimos aprender hacer las cosas fuera, van los dientes: Intentaba morder todo lo que estaba a su alcance, paredes, muebles,? ¿Pero qué queréis? Es normal el pobre desesperado como un bebe al que le salen los primeros dientes, con sus encías medio sangrantes incomodo y aguantando los dolores. Con paciencia y empeño pasamos esta etapa. De la que he aprendido que si no tienes la paciencia y la compresión un cachorro no es para ti, ellos como nosotros también crecen y aprenden pero hay que educarles, enseñarle y ayudarles en su aprendizaje.

Hoy en día no cambiaria a Yaco por nada, ni ninguna de las experiencias que hemos vivido juntos. Y para los que piensan que "¿solo en un perro?", les diría que como llamarían ellos a un pequeño peludo, que está a tu lado sin moverse cuando estás enfermo, si estas triste se tumba a tu lado y te churrupetea toda la cara, cuando lloras pone su cabeza cerca de la mía, si ve peligro me alerta y me protege. ¿Eso es solo un perro? NO. Eso es ser un compañero, un amigo y un ser que te quiere incondicionalmente y sobre todas las cosas.

Gracias a Yaco he conocido a muchas personas amantes de los animales, muchas hoy son mis compañeras de la asociación Ladridos Felices. Pronto empecé a leer, mirar y buscar información sobre perros y la situación en la que se encuentra, no me lo podía creer, la cantidad de animales abandonados, apaleados, heridos ? hasta labradores ¿Cómo alguien puede abandonar a seres para mí tan maravillosos? No conseguía comprenderlo había que hacer algo y ahora aquí estamos intentándolo.

En octubre del 2011 Ron se cruzo en mi vida, un pequeño labrador abandonado, y nunca sabré hasta qué punto maltratado por los que se llamaban sus dueños, poco sabia de él, pero no nos importo quería un compañero para Yaco y quien mejor que Ron. Siempre podíamos intentarlo siendo casa de acogida ¿no?. En cuanto le vi, supe que de casa de acogida nada, que ese pequeño seria de nuestra pequeña manada. Nadie volviera hacerle daño si podía evitarlo y no permitiría que volviera pasar calamidades, ni a tener que mendigar una caricia.


     ¿Quien hubiera podido resistirse?.

Ahora entiendo el amor y el agradecimiento que da un perro adoptado, desde el día llego y le saque de la jaula de transporte, el pequero Ron se convierto en mi sombra, siempre pendiente de mí, no quiere que nadie le agarre por miedo a que le separen de mi lado, incluso se pone nervioso si alguien le agarra de la correa por un momento. Agradece cada caricia, incluso una simple mirada.

Ron había estado toda su corta vida atado con una cadena, desde que su familia le compró hasta que decidió que no podían atenderlo casi ya con 10 meses, no sabía nada, ni siquiera su nombre, atado con una cadena ¿Para qué vas a llamarle? ¿Dónde va a ir?, no tenía masa muscular ninguna, no sabía correr, jugar con una pelota y mucho menos lo que era un piso, así que teníamos que enseñarle de nuevo, o más bien por primera vez todo. No hubo problema ninguno, Ron era un perro casi adulto con mucha más capacidad de aprender que un pequeñín de apenas dos meses, en poco días ni siquiera una semana sabía perfectamente las normas de la casa y el pipí ¿otra vez?... ¡qué va!, en dos días el peque sabía que tenía sus horarios y las cosas que se hacían en casa y las que se hacían en la calle.

Hoy por hoy, doy gracias por compartir mi vida con mis dos peludos, Yaco y Ron, a los que podéis ver en la foto, a ellos les tengo que agradecer tantas y tantas cosas, su compañías, sus muestras de cariño. Y al pequeño Ron que me ha confirmado la fé en la adopción, hoy más que nunca tengo claro que el día que pueda permitírmelo de nuevo adoptare otro peludo, a ser posible adulto que siempre tiene menos oportunidades de encontrar una familia y tienen tanto para dar.

Ellos, a diferencia de muchas personas, te lo agradecen toda su vida. Eso si es amor incondicional.

Gracias a mis compañeras de la asociación y en especial a Paloma por hacer que el pequeño Ron se cruzara en mi vida.

Os puedo asegurar tanto por Ron como por muchos de sus compañeros de juegos adoptados, que los que son adoptados son especiales. Saben lo que es no tener una familia y valoran sobre todas las cosas cada minuto que pasan a tu lado.

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